SEGOVIA


Imaginarse los hechos de la noche del 11 de noviembre en Segovia es un ejercicio de dolor y tristeza. Lo sucedido allí fue un dibujo que se repitió y se repetiría después; encapuchados armados, listas de muerte, minorías políticas o sociales intimidadas, policías y soldados inadvertidos y el pueblo de siempre que ponía cadáveres en lo que comenzó a ser una moda: Las masacres.

Tal vez sucedió en muchas otras, pero en particular leyendo lo sucedido en Segovia me llamo la atención de tantos detalles siniestros, que muchas de las víctimas fueron personas que andaban por ahí, inadvertidas, sentadas en mesas de bares, festejando el puente festivo, difícilmente sin música y alegría. Nadie espera en una circunstancia así pelear se con la muerte en completa desventaja. Los anónimos, los del común, quienes eran asesinados ilustraron todo el conflicto, lo hicieron en silencio. Los paramilitares empezaban a armar ejércitos, las alternativas políticas de izquierda soñaban, se profundizaba la ideología de la insurgencia, se producía oro en esa zona, terminaban los ochentas y eso parecía solo el comienzo. El país veía el inicio, la transición, los cambios, se sumaban más a los tantos años de violencia, mas muertos, más sangre… Hoy casi 22 años después de solo este episodio no ha habido cierre, el perdón es burocracia, la ley es el olvido, el problema continúa y siempre volvemos al comienzo.

Masacre de Segovia, Noviembre 11 de 1988


CARLOS MACHADO

Bogotá.Colombia

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